Sanson, el mejor reconstituyente

Sada, 1923

Hace muchísimos años, cuando éramos jóvenes, no se iba mucho al médico. No sé si era que eramos jóvenes y fuertes o no había mucho dinero. Lo cierto es que nuestras madres sabían que hacer en algunos casos. Así, si no teníamos apetito nos daban aceite de hígado de bacalao. Si nuestro estómago o vientre no iba bien tomábamos aceite de ricino y si teníamos falta de vitaminas nos daban una yema con dos cucharillas de azúcar y una copita de Sanson. Se mezclaba todo y se bebía. Sabía muy bien y lo tomabas sin rechistar, pero tanto el ricino como el hígado de bacalao era un suplicio tomarlos. Desde aquí un recuerdo para "Sanson", el mejor reconstituyente.